¿Es España un país corrupto?

por J.A. "GARAÑEDA"

(parte II)

Lo que vemos no es tranquilizador, ni para la U.E. ni para sus ciudadanos: crisis económica global; Estados al rescate de banqueros; naciones en peligro de desaparición; envejecimiento demográfico que afecta a la competitividad y al estado del bienestar; migración invasiva; competencia a la baja en salarios y al alza en costes; cambio climático programado; dependencia energética de fuentes delirantes e incompetentes; inversiones caciquiles en países nada afines; desplazamiento hacia el exterior de la producción, con la consiguiente competencia desleal y desequilibrio para nuestra balanza de pagos; golpe de estado institucional continuado de Pedro Sánchez, etc. etc. etc. Y sin olvidar la permanente amenaza del segregacionismo catalán y vasco, el incremento del crimen organizado, el adoctrinamiento en la enseñanza, la proliferación de industrias dedicadas a la fabricación de nuevas armas de destrucción masiva, o la constante y creciente contaminación atmosférica igualmente programada de manera sagaz por quienes están interesados en eliminar gran parte de la población mundial. Todo ello, un producto elaborado por la Agenda 20/30, maquinado, alimentado y sostenido por un alambicado y despótico, pero hábil socialismo, no exento de groseras y descaradas sutilidades de diverso signo.

No es fácil, por tanto, con tantas fauces draconianas amenazando nuestras cabezas, emitir una opinión al respecto. Menos aún a tenor de esa variopinta y pérfida factorial oposición Popular, que nunca falta y siempre sobra, habida cuenta de su debilidad y falta de coraje para afrontar los problemas de nuestro país.

En otro sentido, y por lo que se refiere a nuestro país, España, tomando como referencia los años transcurridos desde la transición política hasta la actualidad, la información que podemos manejar a través de archivos oficiales y privados, prensa, redes sociales a lo largo de estas últimas décadas, etc., no cabe duda de que formarnos un criterio ajustado a la realidad resulta, cuando menos, algo más fiable que aventurarnos a hacer rotundas afirmaciones sin datos. A pesar de ello, las referencias acerca de la cuestión variarán notablemente en función de las fuentes de que se trate. Por ejemplo: en términos criminalistas y de delincuencia en general, la documentación no es demasiado abundante. Lo que hace aún menos fiable el calificativo a utilizar para catalogar esta panorámica nacional y social de la que, nos guste o no, formamos parte.

Decía Séneca: “lo que las leyes no prohíben puede hacerlo la honestidad.” Pero en nuestro país (ése que durante centurias y décadas fue diferente), sucede justo lo contrario: las leyes, por justas y severas que sean, sólo sirven para ridiculizar la Justicia y decepcionar a quienes creen en ella; pues la deshonestidad y el deshonor han convertido la frondosidad en desierto atroz, donde las alimañas campan por doquier y los predadores más insospechados salen de sus huras a cada paso, devorando cuanto embellece la naturaleza humana. Y es que la traición (hecho detestable en cualquier época y situación) nunca viaja sola, transformando muchas situaciones del pasado en cascabeles aceptables, bien por causa de la infidelidad, bien por la deshonestidad política, aunque para el populacho resultasen impuestas.

La similitud con los días que ocupan la actualidad no puede ser más evidente. Y, además, son aceptadas por muchos también como lícitas, e incluso legales. Conceptos ambos que han ganado la equivalencia de lo que hoy conocemos como “políticamente correcto”. Una consideración que, prescindiendo de todo complejo, nos obliga a calificar lo democrático como simple mercadeo: útil y pingüe para quienes se dediquen a comerciar con cualquier cosa (sea limpia o sucia), pero desde todo punto de vista, inaceptable y perverso.

Así pues, la problemática situación “democrática” que viven gran parte de las naciones Europeas y del mundo conduce, inevitablemente, en una disección traumática entre el propio Estado y el conjunto de la ciudadanía; pues la cosa que debiera ser objeto de protección por parte de los “gobiernos democráticos” pasa a ser justamente todo lo contrario: objeto a perseguir y a transformar y manejar según convenga al poder.

En Europa, por ejemplo, como en América u otros lugares del planeta, la sana mentalidad social vino midiéndose hasta hoy en términos de ese otro concepto denominado “bienestar general”. Una expresión categóricamente fraudulenta, por cuanto hemos expresado anteriormente; pero además porque, lógicamente, el llamado “bienestar general” siempre resulta equivalente al grado de honestidad del sistema institucional o de gobierno. Es decir: dicha equivalencia se establece, simplemente, en función de la acomodación tácita poblacional, obligada a ello por causa de los impúdicos métodos o formas empleados por los gobernantes, cuyo fin último es, únicamente, crear precisamente un clima social que acarree sostenibilidad al partido gobernante. Un clima que, al ser asumido por muchos mediante un cúmulo de intereses y/o conveniencias particulares y personales de diverso tipo, genera una “armonía” determinada por la impotencia del elector frente al poderoso.

En el caso de España, la situación general se parece bastante a cuanto hemos descrito, y que en realidad no es más que un delito gravísimo, tipificado en el C. Penal como “traición”, pero que ha pasado a ser considerada (en términos sociales y políticos), como una simple modalidad de comportamiento “democrático”; aunque no sea admitida así por la totalidad de los españoles.

Pero, para comprender mejor este fenómeno, tal vez debamos acudir a aquellas fuentes directas, oficiales o no, las cuales, podrían tener un carácter sesgado, debido a su elaboración y control político.

La experiencia tiene demostrado que la delincuencia suele ser mayor en aquellos países democráticos que en los que tienen regímenes dictatoriales. En el caso de España y a tenor de las fuentes que manejamos ello es así.

Además, dichos resultados se corroboran por sí mismos como consecuencia del maltrato que los dirigentes del cambio político suelen hacer de determinadas medidas correctoras o penales, como son las amnistías. Hecho este que suele provocar profundo malestar en gran parte de la sociedad civil, y también en el seno de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, al comprobar cómo sus esfuerzos por combatir la delincuencia en general son no sólo infravalorados sino puestos en tela de juicio.

Y, en último lugar, debido a los nombramientos de altos cargos de gobierno. Personas que, en la mayor parte de los casos, estuvieron vinculadas a la rama política y que, por ser parte interesada además de por motivos electoralistas, deberían hallarse inválidas para los mismos, pues en ellas es de suponer la falta de objetividad suficiente para tratar cuestiones relacionadas con las problemáticas de su ministerio (1). Una expresión más de ese cierto jacobinismo que, bajo la expresión “todo el poder para el gobierno” intenta implantar un sistema pseudo-democrático, como si de una democracia auténtica se tratase, con la única pretensión de asegurar la perdurabilidad política indefinida de una facción ideológica frente a un electorado útil, ignorante, egoísta y fanático, que no aprecia más que lo que realmente le conviene.

TERRORISMO

Por cuanto se refiere a la criminalidad, las fuentes consultadas constatan que la mayoría de los asesinatos cometidos en España (independientemente de los catalogados como “de género”), desde la transición democrática hasta la actualidad, fueron llevados a cabo por bandas armadas de diferente signo (FRAP, GRAPO, ETA, etc). Resulta igualmente curioso comprobar cómo a partir de la implantación de la democracia el número de delitos cometidos, tanto en zonas rurales como urbanas ascienden exponencialmente. A saber: Delitos cometidos conocidos por la G.C. (zonas rurales): 1973: 42.070; 1.982: 89.863 (más del doble).

DELINCUENCIA COMÚN Y JUVENIL

Otro tanto sucede en lo que se refiere a delincuencia común y juvenil. Conviene resaltar que, dada la liberalidad del sistema democrático (no siempre en consonancia con las medidas restrictivas o correctoras para con la mayoría de los delitos), los jóvenes, atraídos por la debilidad de los castigos, prefieren seguir delinquiendo a ganarse la vida mediante un trabajo digno; por lo que la mayoría seguirán la carrera delictiva, pasando con el tiempo a formar parte de bandas delincuenciales de adultos y profesionales. Muchos de ellos, acabarán integrándose en las nuevas modalidades delictivas relacionadas con la droga (grifa, hachís, cocaína, heroína, LSD, etc.). Espejo en el que puede comprobarse este desarrollo es, sin ir más lejos, la bahía de Algeciras, donde la juventud, no pudiendo encontrar un futuro halagüeño en el trabajo, acaba inclinándose hacia la vía fácil del delito, aprovechando la “generosidad” del sistema democrático. Y lo que es peor: muchos de ellos acabarán cometiendo delitos aún más graves, como el asesinato.

Datos Policía Nacional: Delincuencia juvenil Zona urbana: evolución entre 1.973 y 1.982 = 11.280 / 25.856

Pero hay otras muertes violentas que tienen lugar a diario en nuestra sociedad. En su mayor parte, vinculadas de un modo u otro a bandas relacionadas con el narcotráfico o formas más o menos afines a este medio de vida, como son: trata de blancas, prostitución, inmigración ilegal, explotación de menores, la pederastia, falsificación de moneda, etc. Una realidad que se manifiesta también en aquellos menores de edad que, atraídos por una vida mejor en algún país de referencia, como España, llegan a nuestras costas en cayucos o de otras muchas maneras, convirtiéndose normalmente en “carne de cañón” de bandas delictivas de distinto signo dispuestas a cometer cualquier clase de delitos.

El Código Penal (C.P.) está repleto de formas delictivas que, de no ser porque el oportunismo político hizo vara rasa de ellas en su día, a fin de asegurarse una mayor perdurabilidad en el poder una vez conseguido el acceso al gobierno por vía electoral, hoy no estarían produciendo quebraderos de cabeza y escarnios irreversibles en nuestra sociedad. Sin duda, este es el motivo por el que ahora nos encontramos en el disparate que permite a tantos delincuentes “reincidentes” campar a sus anchas por nuestras ciudades y pueblos, sean cualesquiera los crímenes que cometieron. Y, desgraciada e ineludiblemente, en este asunto, tienen bastante que ver los tribunales de justicia, por motivos que no vamos a enumerar pero que son de sobra conocidos por todos. De ahí que tantas personas se pregunten ¿por qué hay tantos delincuentes en libertad con cargos? Y otros muchos que han sido absueltos por una supuesta falta de pruebas.

DELITOS SEXUALES

Otro de los campos delictivos que han crecido con el advenimiento de la “democracia” es el de los delitos sexuales. Según las fuentes consultadas, este tipo de delitos en España evolucionaron de la siguiente forma: año 2.005 = 2.140 delitos; año 2.006 = 2.102 delitos; año 2.007 = 2.530 delitos; año 2.008 = 2.437 delitos; año 2.009 = 2.051; año 2.010 = 1.578. Durante estos años, la gobernanza del país estuvo en manos de J. Luís Rodríguez Zapatero, coincidiendo con la VIII y IX legislaturas. (4 – fuente- Wikipedia = Entre 2004 y 2010.

No hay datos anteriores a estos años. Los que hemos encontrado únicamente hacen referencia a los “malos tratos” por cuestiones de infidelidad y similares, y siempre en páginas de dudosa credibilidad. Por lo demás, cada cual que piense lo que quiera; las cosas se demuestran con datos veraces.

DETENIDOS E INVESTIGADOS

Resaltar que, entre los años 2012 y 2015 (X legislatura – Partido Popular) la evolución del número de detenidos e investigados queda como sigue:

año 2012 – detenidos 6.460 / investigados 16.642.

año 2013 – detenidos 6.292 / investigados 17.358.

año 2014 – detenidos 6.269 / investigados 17.067.

año 2015 – detenidos 5.936 / investigados 18.436.

Todos estos datos corresponden a actividades delictivas de: tráfico de drogas, robo con fuerza e intimidación, estafas, trata y explotación de seres humanos, blanqueo de capitales, y otros. (4)

DELITOS DE CORRUPCIÓN

Pueden ser cometidos por cualquier clase de persona. Sin embargo, los que más alarma suelen despertar en la sociedad en general son aquellos que afectan a personas con cierta relevancia social: funcionarios, altos cargos públicos o políticos de diverso tipo, etc., cuya ejemplaridad debiera servir de guía a toda la ciudadanía, pero que, por circunstancias que todos podemos imaginar, caen en la tentación de violar las leyes. Un “estrago” conductual que deja en entredicho la honorabilidad y honestidad tanto del individuo en cuestión como de la institución a la que representa, provocando así el correspondiente escándalo social.

Teniendo en cuenta que el delito de CORRUPCIÓN no existe como tal en nuestro C.P., podemos considerar como tales los siguientes: prevaricación urbanística y/o Administrativa, infidelidad en custodia documentos y revelación secretos, tráfico de influencias, malversación, fraude y exacción ilegal, negociaciones y actividades prohibidas a funcionarios públicos y abusos en el ejercicio de sus funciones, corrupción en transacciones comerciales internacionales.

Las fuentes consultadas revelan que el índice de percepción de la corrupción en España fue de 60% (en una escala de 0 a 100). Lo que con un puesto 35 en la escala de países catalogados con mayor corrupción en el mundo evidencia un estado similar al de países como Botswana, Cavo Verde y San Vicente, y las Granadinas. (6)

Podemos añadir que, entre las mayores preocupaciones de los españoles se hallan las relacionadas con la economía (18%), seguida de los problemas políticos (13,5 %). (7)

Por último, citar como curioso el dato de Somalia, que en 2022 fue catalogado como uno de los países más corruptos del mundo, seguido de Sudán y Siria; estos últimos con una catalogación de 13 puntos. (8)

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

El C. Penal español castiga a toda autoridad o funcionario público que, a sabiendas, dicte sentencia o resolución injusta o arbitraria en asunto de su competencia.

Este tipo de delito, que al igual que todos los demás debiera hallarse sujeto a estadística, para que todo el que lo deseara pudiera no sólo informarse acerca del número de ellos que son llevados a cabo por los funcionarios públicos, sino para que la acción de la Justicia, o su credibilidad no quedasen en entredicho, curiosamente, no son motivo de ello, por decisión del órgano superior. Uno de los titulares a los que hemos tenido acceso dice textualmente: “El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) excluye la prevaricación de sus estadísticas sobre corrupción”. Algo que, en cualquier estado democrático y de derecho carece de dicho sentido, y va en contra del espíritu constitucional que lo inspira, así como de la credibilidad de cualquier gobierno del sistema en nuestro país.Es decir: “El órgano de gobierno de la Justicia incluye como corrupción los delitos cometidos por funcionarios públicos y políticos, pero no aquellos cometidos por un juez.” (9)

Otras fuentes indican que el nivel de corrupción en nuestro país, entre los años 2013 y 2022, quedó establecido entre un 59% y un 60% respectivamente; si bien en los años 2019 y 2020 fue de un 62% respectivamente.

COROLARIO

Allá por los años finales del s. XIX, Ramón José Simón Valle Peña (Valle Inclán) afirmaba con absoluta rotundidad: “En España, el mérito no se premia; sólo el robar, el ser sinvergüenza, y todo lo malo”. Aforismo este que hace que, en nuestros días, cobre todo el empuje y verosimilitud con que se desprecia el buen hacer, la excelencia, y la honorabilidad de los actos humanos. Si la época humanista supo encauzar todas las fuerzas naturales y espirituales que coinciden en el hombre hacia las cumbres más altas, hoy, para desgracia nuestra y demérito de nuestra nación, adquiere carta de naturaleza ese mal, como si todo lo bueno de nuestra historia no valiese nada.

El primer elemento causante de las calamidades y estragos sociales, políticos, económicos y morales que sufrimos no son producto de la casualidad. Tampoco derivados de la modernidad, o del supuesto aislamiento que mantuvimos con Europa durante un tiempo. Antes al contrario: es la consecuencia de la adúltera condición humana oculta bajo los símbolos del viejo makon germánico, que ha convertido lo hermoso de lo natural en quimera biológica desarraigada del Creador, con la pretensión de convertir al hombre en marioneta de sus groseros caprichos y deseos.

Hoy día, la “cualidad” (en tanto que aspecto positivo de la persona), no existe, ni individual ni colectivamente. Naturalmente, hay personas que poseen este atributo, facultad que les otorga un valor superior ante los demás y ante todo lo ordinario. Pero las nuevas tendencias de la corrección política y la sumisión a quien posee o detenta el poder impiden que el hombre en sí mismo y la propia sociedad en la que se desenvuelve desarrollen esa especial peculiaridad. Para las democracias modernas es mejor que el ciudadano no sea completamente libre, y tratan de asociarlo a ese muñeco que algunos denominan “pelele”, en lugar de utilizarlo en beneficio de la comunidad. Sólo ellos desean ser servidos; lo que conlleva la anulación de su obligación de servicio para con los demás.

Nos movemos, por tanto, en un ambiente descorazonador, donde la esperanza desaparece progresivamente de la mente del hombre por causa de la demolición alevosa de quienes intentan destruir la nación desde dentro. Aunque para ello hayan de convertirse en traidores. Una tarea que, curiosamente, necesita de una parte importante de la ciudadanía, que necia e interesadamente procura sumarse silenciosamente, con su aliento, a los réditos de los demoledores, convirtiéndose igualmente en traidores.

Otro elemento importantísimo (quizá el más importante) es el pueblo, alma de toda nación. Un elemento que, convenientemente aglutinado, unido, no existe fuerza que pueda reducirlo o aniquilarlo. Motivo este por el que el torvo makon intenta dividirlo, segregarlo, hacerlo taifas con sus respectivos reyezuelos concediéndole primero el beneficio de su autogestión, luego cualesquiera otras ventajas, aunque con ello suponga perjudicar al resto del territorio.

Si a todo ello unimos la deculturación paulatina de sus habitantes, privándoles continuadamente de las características, rasgos, tradiciones y costumbres esenciales que los hacían particularmente diferentes, la peor parte del trabajo está hecha. En este sentido, conviene aclarar que forman parte de esos elementos que particularizan a una nación: la familia (como núcleo fundamental de toda sociedad), la religión, las tradiciones y costumbres, la lengua, la raza, el pasado histórico y derecho; siendo ahí donde precisamente nos encontramos. Sófocles, famoso poeta griego del siglo IV a.C., dijo: “Un Estado en el que queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo”. Un pensamiento que, en estos momentos, considero nos afecta de lleno.

Pensemos, pues, en no tomarnos las cosas con demasiada filosofía; hacerlo puede suponer nuestra propia desgracia.

FUENTES:

1 – SERRANO GÓMEZ, Alfonso – Evolución social, criminalidad y cambio político en España.

2 – Archivos G.Civil y P. Nacional

3 – La Voz de Cádiz – 15/02/2024)

4 – Palacio de la Moncloa.

5 – ibdm. Palacio de la Moncloa.

6 – I.N.E. – publicado por Rosa Fernández, 23/11/2023.

7 – ibdm. I.N.E. Rosa Fernández – 23/11/2023.

8 – EL CONFIDENCIAL – 20/04/2017 – POR Eva Belmonte Civio.

9 – Ibdm. EL CONFIDENCIAL – 20/04/2023.

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