YO ACUSO:

por Jesús López Garañeda

SAN JUAN DE TORDESILLAS, UNA ABERRACIÓN MÁS AL PATRIMONIO

Hoy mismo he estado dentro de la Iglesia de San Juan de Tordesillas en ese corro tan emotivo donde se dan cita la tradición de San Antonio, el ayer del águila de San Juan y el recinto acogedor de la Orden de Malta hoy convertido en el Auditorio municipal tordesillano. Dentro de la Iglesia hay una exposición a favor de la vida humana donde se enseña a quien la visita el momento inicial de la vida, el alfa de la existencia y la protección imprescindible que merece.

Pero mi comentario hoy no va acerca de los deseos y luchas antiabortistas que promueven benéficas asociaciones como la de CIDEVIDA que pone en valor en dicho recinto un museo para defender la vida, sino el patrimonio local que sigue siendo esquilmado, deteriorado, destruido y maltratado por quienes deberían tener mucho más cuidado, respeto y conservación del ayer recibido de nuestros antepasados.

Y para ello mi grito de protesta, lamento amargo y sentido contra la actuación hecha en la cúpula hermosa de la Iglesia que fue en su día albergue del Ayuntamiento de Tordesillas, cuando éste se llamaba Concejo de la Villa por manos inmisericordes y destructoras  que han roto un engarce del ayer sin delicadeza alguna, respeto, en  insensibilidad manifiesta, e ignorancia total merecedora del desprecio más profundo.

En las pechinas del tetramorfos, con las figuras de los evangelistas ahí mismo llora San Lucas con el toro entre desprendimientos y desconchones; Marcos con el león; Mateo con el ángel y  Juan, el águila que ve el mundo desde las alturas. Y alrededor las figuras de esas bienaventuranzas, ocho en total, de gran interés por su iconografía que se atribuyen  a Melchor Barajas aunque hay algunos que las ofrecen a Lucas Jordan.

La falta de escrúpulos, sensibilidad o terminar cuanto antes y por poco precio la tarea de “recuperación” hace que el artista haya realizado un atentado mayúsculo de difícil salvación, aunque no imposible, como muestran las fotografías que acompaño a este comentario de lamento, al haber llenado de yeso las pinturas en un alarde de mediocridad, vulgaridad y grosería tapando las mismas con burdas paletadas de pasta escayola.

Sí tengo que decir una cosa a favor y es que la lápida funeraria de Clara Quiñones Pimentel del año 1738 está salvada y protegida por una losa acristalada que permite ver, leer la inscripción y su escudo de armas, prueba evidente que demuestra una cosa: Cuando se quieren hacer las cosas bien, se pueden hacer y de hecho se hacen.

Por terminar esta apreciación de los muros de la patria mía, hoy desvencijados y rotos, quiero deciros que el retablo mayor lo podéis ver en la Iglesia de Nuestra Señora de San Lorenzo de Valladolid a donde fue trasladado y colocado allí, con una placa recordatoria, rompiéndose la estructura de una iglesia como la de San Juan de Tordesillas, de origen medieval, rehecha totalmente allá por el siglo XVI y con reformas posteriores, donde no faltó cierta hostilidad entre el convento del Carmelo y la parroquia con el devenir del tiempo.

Y hoy su Corro es un sitio donde los vehículos afean totalmente su entorno, siguiendo con la falta de interés, respeto y consideración por el Patrimonio local, patrimonio de niebla, que se supone es de todos los tordesillanos.

1 comentario

Juan 17/10/2023 - 11:27

Tiene usted toda la razón, no se que albañil, lo habrá hecho, pero tenía que haberse negado, aunque la culpa es del Lumbreras que lo mando

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