Tras las huellas del Holocausto

por Ivan Morales

«El mal no es un defecto del universo, sino una falta de empatía en el corazón humano»
Primo Levy (superviviente del genocidio).

Holocausto (en hebreo, shoá ´catástrofe): del lat. holocaustum ‘holocausto, sacrificio con quema de la víctima’. Gran matanza de seres humanos. Exterminio sistemático de judíos y de los ´indeseable´ llevado a cabo por el régimen de la Alemania nazi.

La ´solución final´ (en alemán endlösung) fue el terrible desenlace de la teoría de la raza aria propugnada por Adolf Hitler en nombre del imperio nazi en la II Guerra Mundial que supuso la masacre en masa de millones de personas de origen judío de toda Europa junto con los denominados ´indeseables´ (políticos, homosexuales, gitanos, discapacitados…) en las cámaras de gas de los distintos campos de exterminio repartidos por el territorio de la Alemania del Tercer Reich.

A 70 kilómetros al oeste de Cracovia se encuentra el mayor y más famoso campo de exterminio nazi -los alemanes lo llamaron eufemísticamente ´campos de trabajo´-: Auschwitz. Abierto por Himmler en 1940 y dirigido por Rudolf Hess, constituyó prácticamente el final del trayecto vital de los más de un millón de prisioneros deportados del viejo continente transportados regularmente en trenes de carga. El hambre -las raciones eran escasas, y una simple sopa con pequeños trozos de pan podría ser la única comida al día – o el frío -el invierno en Polonia era especialmente duro, con temperaturas rondando en ocasiones los 15 o 20 grados bajo cero-, por no hablar de las enfermedades generadas por la falta de higiene o los daños ocasionados por los frecuentes castigos sin sentido, eran motivos más que suficientes para no sobrevivir más allá de los 3 – 6 meses.

La visita comienza caminando a través de un largo pasillo abierto con paredes de cemento en el que un silencio sepulcral es únicamente interrumpido por el caminar de los visitantes y el sonido continuado del nombre de las incontables víctimas que fallecieron en aquel lugar antes, durante y después de la liberación del mismo. Sin duda alguna, un paseo dedicado a la reflexión. Silencio. Pasado el arco con la inscripción “Arbeit macht frei” «El trabajo libera», comienza el ´museo de los horrores´ recorriendo pausadamente el interior de sus pabellones y las calles desiertas que los conectan en esta pequeña ciudad fantasma custodiada por torres y garitas de vigilancia, y alambradas y cercas electrificadas -algunas fueron utilizadas para suicidarse-. A la entrada de uno de los pabellones, una gran urna de cristal con ceniza procedente de la quema de los cuerpos.

Continuando esta macabra ruta turística, y tras cruzar angostos pasillos poco iluminados, salas con vitrinas repletas de cabellos de mujer enmarañados, aparatos ortopédicos de todo tipo, gafas usadas, zapatos de distintas formas y tallas, maletas dañadas por el tiempo o recipientes usados del gas letal ´zyclón B´ (cianuro de hidrógeno, paradójicamente creado por el químico judío Fritz Haber), etc.; en otro pabellón, las celdas de castigo en la parte del sótano, sencillos baños comunes, dormitorios ´para vivos y para muertos´, etc.; y, finalizando el recorrido en otra edificación, la zona destinada al horno crematorio -cerrado en 1943 por su ´escaso rendimiento´, de ahí la construcción a pocos kilómetros de otro campo de concentración más amplio: Birkenau-.

Auschwitz II – Birkenau es probablemente el mayor cementerio del mundo; su entrada, la llamada ´Puerta de la Muerte´, es atravesada como un cuchillo por las vías del tren que continúan hasta el interior del recinto y donde mujeres y hombres eran violentamente apeados de los vagones y rápidamente separados de sus seres queridos entre gritos y lloros. A la derecha del campo, nada más entrar, los barracones de los hombres, y a la izquierda también alineados, los de las mujeres. Al fondo del mismo se halla la ´rampa de la muerte´, donde los prisioneros (preferentemente ancianos, niños y enfermos) eran conducidos por los sonderkommandos, grupos de trabajo formados por prisioneros judíos obligados a colaborar en las tareas de exterminio; primero, al baño; y después, ya desnudos, a las cámaras de gas -construidas bajo tierra para tratar de silenciar los gritos-. Las chimeneas humeantes de los cuatro hornos crematorios situados no muy lejos de los barracones -en la actualidad, semidestruidos- expulsaron durante largo tiempo los restos volatilizados de más de un millón de cuerpos esqueléticos incinerados llevando consigo las pobres almas de cada uno de ellos. D. E. P.

Eddy de Wind, superviviente del campo de Auschwitz, dijo tras la liberación: “Ahora todo era distinto.  Ahora el sueño se había hecho realidad.  En muchos lugares habían cortado el alambre de espino, derribado los postes y un animoso tráfico de caballos y coches y camiones iba recorriendo todos esos lugares fuera y dentro del campo.  Hacía un tiempo estupendo y radiante, el sol tenía ya nueva fuerza y por todas partes goteaba nieve desde los tejados.  Era como si la naturaleza quisiera contribuir a hacer completa la promesa de la nueva vida.”

Filmografía selecta sobre el Holocausto:

  • Shoah, 1985.
  • La lista de Schindler, 1993.
  • El pianista, 2002.
  • El último tren a Auschwitz, 2006.
  • El hijo de Saúl, 2015.
  • La zona de interés, 2024.

1 comentario

Emilio 03/04/2024 - 18:20

Interesante y conmovedora reflexión.
Gran trabajo.
Gracias

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