La triste noticia de la retirada de un Escudo Nacional por el ayuntamiento de Cáceres, por considerarlo franquista, vuelve a hacerse noticia. El motivo, la viralidad que de estas cuestiones suele hacerse a través de las redes cuando se avecina una campaña electoral a nivel nacional.
Un suceso que, a pesar de haber sido desmentido por algunos medios, tratándolo como “bulo”, no lo fue realmente. El hecho cierto tuvo lugar en el año 2010, siendo alcaldesa del consistorio cacereño la socialista Carmen Heras, y guarda relación, desde nuestro punto de vista –al igual que muchos otros desmanes relacionados con símbolos de cualesquiera otro tipo—, no sólo con la necedad, sino con la escasez de conocimientos culturales de esa casta política que hoy ocupa puestos relevantes en innumerables instituciones de tantas localidades españolas y otras instituciones que, debiendo hacer gala de su innegable talante democrático, únicamente parecen preocuparse de aquellas cuestiones electoralistas e ideológicas que le proporcionan rédito electoral.
Pero, volviendo al tema en cuestión, añadir únicamente que, tras la metedura de pata la Sra. Heras, el escudo fue restablecido en su lugar de origen aclaradas las dudas sobre la historicidad del mismo.
Sucesos como este y otros similares no ocurrirían, sin duda, si el nivel cultural de nuestro pueblo, en lugar de ser socavado permanentemente durante los años de desarrollo de esta nueva “democracia” del 78, hubiese dejado de ser manoseado por la ambición y la relatividad de tantos; los cuales, sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos —a veces incluso hasta bárbaros–, se atrevieron a coquetear burdamente con las costumbres y tradiciones de nuestro Pueblo, con la religión católica, con los principios que siempre otorgaron significado a la vida y a la convivencia, y hasta con los símbolos más respetables y dignos de nuestra propia identidad y de nuestro pasado histórico más brillante. Tanta mezquindad no puede resultar, a nuestro modo de ver, ni admisible ni gratuito. Y menos aún en quienes debieran estar obligados por el cargo que ocupan, a dar ejemplo ante la sociedad, y a rendir cuentas por los actos de “pillaje” y escarnio cometidos por su disoluta inconsciencia.
Si en lugar de haberse metido en política para hacer y deshacer a su antojo, sin importarles el resultado que ello acarrearía a las generaciones futuras y a la patria de todos (aunque algunos no la vieran de este modo, sino como un campo abonado para sus traiciones), probablemente no estuvieran hoy en boca de nadie. Y es que, conocer lo más elemental y preciado de la historia del país que te acoge, te da de comer y hasta te facilita la posibilidad de enriquecerte impunemente, no justifica que vayas por ahí presumiendo del título universitario que un día conseguiste; o del cargo que alguien puso en tus manos como pago o en agradecimiento por algo que, se supone, debía ser mantenido en secreto para que esa supuesta “dignidad” de la que presumimos en ocasiones no se vea deteriorada. Y, por supuesto, si el comportamiento humano y político caminase por otros derroteros, este tipo de patinazos, patinazos escandalosos, no se darían. Unos patinazos que, además, justifican de alguna manera el comportamiento irresponsable de tantos que, equivocadamente o no, se miran en ese espejo público llamado democracia, aunque luego realmente no lo sea tanto. Desgraciadamente, el resultado está ahí. Todos podemos verlo. Pero nadie se lo cree. Y, curiosamente, ello quiere decir que, cuando se ha perdido la visión de la realidad, el abismo está cerca.
Carmen Heras Pablo (Zamora, 18 de noviembre de 1948)1 fue la primera mujer alcaldesa de la ciudad de Cáceres entre 2007 y 2011. Militante del PSOE de Extremadura, es viuda y tiene un hijo. Si bien ha crecido y estudiado en Castilla y León, se encuentra vinculada a la ciudad de Cáceres desde hace casi 40 años. Se muestra muy interesada en el ámbito de la educación y la formación, campos en los que ha realizado y dirigido estudios, cursos y todo tipo de trabajos y jornadas.
Trayectoria profesional
Es licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid. Actualmente es profesora titular de escuela universitaria en el departamento de Didáctica de las Matemáticas en la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Extremadura. Cuando esta facultad tenía la categoría de Escuela de Formación del Profesorado de Cáceres, fue subdirectora (1982–1986) y posteriormente directora (1987–1996) de la misma.
