Podemos pensar ¿Qué garantías tengo de que lo que Jesucristo hizo y enseño es lo que hoy se conoce? ¿Y qué garantías tengo de que la doctrina de Jesucristo haya llegado hasta mí?
Esta doctrina ha sido transmitida por los escritos de la primera cristiandad. Los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de los Apóstoles, y el Apocalipsis.
Estos documentos se escriben entre los 40 y 90 años de nuestra era, en un periodo que ocupa los 40 años posteriores a la muerte del Señor. Existían testigos oculares de lo que en ellos se narran y no permitirían el engaño.
Está escrito unos 1000 años antes de Cristo. En esta colección de libros que forman el Antiguo Testamento, va narrando la historia del pueblo de Israel con relación a Dios y en la espera del Mesías prometido desde el Paraíso terrenal a nuestros primeros padres Adán y Eva después de su pecado, para que nos redimiera de ese pecado.
La biblia es decir el Antiguo Testamento es el libro más antiguo más vendido y leído.
Si le damos credibilidad a la Ilíada de Homero en la que nos narra una leyenda del siglo XIII antes de Cristo pienso que nos debe dar más motivo de credibilidad la Biblia.
A lo largo de la historia hemos ido conociendo por sus escritos, a personas que estaban muy alejadas de Dios pero cuando lo han descubierto le han dado un giro radical a su vida y se han dedicado por medio de su trabajo a darlo a conocer a los demás.
Hago referencia a tres, que he tenido más cercanía por sus escritos.
El primero es un periodista y escritor francés llamado Andrés Frossar, es dirigente del partido Comunista francés, y un ateo convencido.
Su conversión se produjo según sus propias palabras. Estaba en la calle esperando a un amigo y en su tardanza entró en una Iglesia y vio la Exposición del Santísimo Sacramento sobre el altar, y quedó tan impresionado que comentó: “entré ateo y salí Católico, apostólico y romano.” Escribió un libro titulado: Dios existe yo me lo encontré, que mereció el gran premio de la literatura Católica en Francia en 1969, ya es un clásico del género autobiográfico y testimonial.
Vittorio Messori, es un periodista y escritor italiano, puede que lo conozcan, hace poco salía en la prensa. Tras su juventud anticlerical, en la Universidad conoció el Evangelio y le fascinó porque no se encontró con una lectura como el mismo contaba sino con una persona Jesucristo. Está considerado como el escritor de temas católicos mas traducido del mundo. Entrevistó a Juan Pablo II en el libro “Cruzando el Umbral de la Esperanza”.
Última es una mujer sencilla y humilde de profesión costurera, natural de Carrión de los Condes (un pueblo de Palencia) era analfabeta, pero eso no impidió para que escribiera un libro de la más alta teología sobre el Espirito Santo, y con tanta profundidad que ningún teólogo lo ha hecho. El libro se titula: Decenario al Espíritu Santo.
Lo que yo quiero resaltar de ella, es la convicción que nos da sobre la existencia de Dios.
Al igual que le sucede a otras almas, sufrió una situación de pérdida de su fe. Y no por su voluntad. Lo cuenta ella en ese libro que escribió, que cuando uno se decide a ser santo, Satanás se propone arrancar de nosotros las tres virtudes teologales pero va directamente a la fe. Le pasó cuando tenía 16 años y le duró esta situación hasta los 18, y sigue contando, y de la misma manera que “me metieron” en esa oscuridad, también ahora vi que “me sacaron” y cuando lloraba la perdida de mi fe me vi revestida de ella. De tal forma que si por un imposible, la cabeza de la Iglesia dijera que no había Dios, yo le diría: existe Dios y en testimonio de mi fe, despedácenme, pues hambre tengo de verle.
Murió en olor de Santidad, está enterrada en el Convento del Carmelo Carrión de los Condes. Yo he estado allí en dos ocasiones.
El Papa, en la Catequesis de un miércoles, hablando de las tres virtudes teologales; hacia una pregunta. “¿Que es la fe? Y daba la respuesta que viene en el Catecismo de la Iglesia Católica en el numero 1814. Y seguía el Papa, la fe es la virtud que hace al cristiano, porque ser católico no es aceptar una cultura con los valores que la acompañan, sino que ser cristiano es acoger y apreciar un símbolo con Dios, yo y Dios, mi persona y el rostro amable de Jesús”.
También sería bueno leer el catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio que es más reducido, ahí está toda la doctrina que hay que saber.
El cristianismo es ante todo un camino de amor, aunque eso no quiere decir que sea siempre fácil porque es compatible el amor con el sufrimiento, unas veces por uno mismo y otra por los demás.
Nuestro modelo es Jesucristo, que por amor nos redimió para alcanzarnos el cielo, con sacrificio no solo en la Pasión sino durante toda su vida, naciendo en un pesebre y llevando una vida de trabajo esforzado como era la carpintería y demás…
Y nos dijo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, esto os mando: Que os améis unos a otros” (S. Juan 15, 13-17).
Yo aconsejaría lo que con tanta frecuencia insiste el Papa, leer todos los días unos minutos el Evangelio, porque en él viene lo que Jesús hizo y enseñó, porque si no conocemos su vida y le tratamos es muy difícil quererlo, y nos va en ello el sentido de nuestra vida, la felicidad eterna.
