La Iglesia es nuestra Madre. Ella nos ha engendrado por medio del Bautismo a la Fe y a la vida de la gracia. Nos fortalece en esa fe por el Sacramento de la Confirmación y nos alimenta por medio de la Eucaristía. La Iglesia es Santa porque la fundó Jesucristo y la asiste el Espíritu Santo.
Pero al igual que en una familia hay hijos fieles y otros que no lo son, no se culpa a toda la familia porque un hijo haya salido una oveja negra.
Eso mismo pasa en la Iglesia, que no se le puede culpar a Ella de la actuación de algunos de sus hijos, que son una minoría escasísima, comparada con la cantidad de personas que están dando su vida por la Iglesia en el mundo entero y por los demás: sacerdotes, misioneros, religiosos y religiosas….
La Iglesia sigue viva. Cada día se promueven nuevas iniciativas apostólicas, alentados por la catequesis que ha terminado el Papa sobre el apostolado. Y surgen nuevas vocaciones.
El domingo 19, se ordenaron en la Catedral de Valladolid 2 Diáconos permanentes, y el día anterior sábado 18, se ordenaron de diáconos en Roma 29 miembros del Opus Dei que dentro de unos meses se ordenaran de presbíteros. Y lo mismo se puede decir de otras ciudades, como Madrid o Toledo, en sus Seminarios.
También es una noticia para dar gracias a Dios, que el Papa en los nombramientos de Obispos en el mes de septiembre, nombró a un sacerdote español, obispo de Helsinki. Es vasco pero lleva allí de sacerdote 17 años, y el día 25 de este mes, tomará posesión de su cargo. La Diócesis lleva 4 años de Sede vacante.
Con este corto escrito he querido resaltar todo lo positivo que ocurre en la Iglesia, llenarnos de Fe y Esperanza, y como dice S. Pablo en la Epístola a los Romanos : “donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia.”