EL PODER POR EL PODER

por J.A. "GARAÑEDA"

Todo, o casi todo el mundo sabe que la petrolera más poderosa del mundo está dirigida por la familia Rockefeller. Pero lo que todavía una gran masa de población ignora es cuál es su posición respecto del cambio climático. Y no sólo esto, sino porqué se obstina en hacer partícipes a otros grandes grupos petroleros de esta idea.

La respuesta a tal interrogante, una vez conocido cómo funcionan las mentes insaciables, es simple: poseer el poder por el poder. Para quien desee dominar el mundo no existe mayor motivación. Sin embargo, el principal obstáculo para alcanzar esta meta es, aunque pueda parecer absurdo, inventar una gran mentira; un pedestal sobre el que apoyarse carente de resquicios. De modo que, hasta el hombre más astuto, se la crea a pies juntillas.

Para el simple mortal, esto, puede parecer imposible. Pero para los “dioses del Olimpo” y para aquellos que están acostumbrados a hacerlo siquiera supone un problema nimio. Y así fue como, un día, surgió la idea terrible: desecar la tierra, esclavizar al hombre, y “crear” oasis en lugares caprichos para solaz de unas cuantas mentes, perturbadas por su luzbelino afán.

El incuestionable reportaje fotográfico que me ha enviado un amigo no deja lugar a dudas; aviones cargados de enormes depósitos en serie, dispuestos para verter sobre la atmósfera terrestre inmensas cantidades de gases tóxicos con la desequilibrada idea de controlar el clima. Y, contemplando el espectáculo, las insolentes y aparentemente solidarias personalidades de la vida pública europea. Ese vetusto continente en el que, por lo que se puede ver, son los perturbados mentales quienes asumen las riendas del gobierno bajo la tutela de los poderosos. Un continente en el que ya no queda espacio para las ideas sanas y justas, sino al contrario.

Lamentablemente, puede que muchos de ustedes piensen que este relato es un tema manido. Pero cuando se trata de hacer valer, por encima de todo, nuestra propia supervivencia y la de nuestros descendientes, nada está demás. Son muchas las compañías aéreas que cruzan los cielos cada día, sembrando el espacio respirable de cortinas repletas de gases ya nada sospechosos. Aerosoles que, en muchos casos, pueden ir integrados en el combustible del aparato. En otras ocasiones, son vertidos directamente al aire que respiramos por medio de toberas independientes instaladas en aviones de diverso tipo.

Pero eso no es todo. Gran cantidad de personas viajan a diario en avión. Lo hacen, unas por placer; otras, por motivos laborales, etc. Cuando las compañías aéreas adquieren combustible para sus aparatos, lo hacen buscando siempre el mejor precio. Es ahí donde, precisamente, aparecen los “gigantes” del negocio climático, asociados lógicamente a una determinada empresa petrolífera. Y es ahí cuando la propia petrolera oferta a la compañía aérea combustible de dos tipos: uno normal (con el que siempre volaron los aeroplanos), y otro, denominado ECO, que es más económico. Lo llaman así porque, supuestamente, es también más  E-C-O-L-O-G-I-C-O. No obstante, no es así; ya que es precisamente este segundo el que más contamina, por llevar añadidos esos productos químicos que están siendo utilizados para “combatir” el “cambio climático”.

Además, estos aviones que vuelan con combustible ECO, por indicación de la propia petrolera, no deben sobrepasar velocidades superiores a los 600 kilometros/hora (algo que quienes vuelan a menudo habrán podido comprobar). Nos preguntamos, ¿y eso, por qué? Pues para que la dispersión de los gases de esa maldita “ingeniería climática” sea más eficaz.

La guinda de todo este asqueroso plan es que, quienes corremos con el gasto de toda esta basura somos los propios usuarios (o no) del transporte aéreo. Y si, por ende, resulta que estamos respirando todo tipo de gases contaminantes, nocivos para nuestra salud, no le veo la maldita gracia por ninguna parte. Encima de reírse de nosotros en nuestras propias narices, nos infectan y nos sacan el dinero sin darnos ningún tipo de explicación.

Por último, añadir que, afortunadamente y según fuentes consultadas dignas de todo crédito, la petrolera Rockefeller no parece tenerlo demasiado fácil en este sentido. Su lucha por el poder está viéndose obstaculizada por la competencia de la actual EXXON MOBIL (una de las 34 empresas en las que quedó dividida, por decisión del Tribunal Supremo estadounidense, la Standard Oil, por considerarla demasiado poderosa); una petrolera que se opone sin ambages a admitir la existencia del cambio climático como una verdad incontestable. Algo que la petrolera Rockefeller “vende” a sus competidores de manera aparentemente inocente, pero cargada de una implacable intención: someter a quien sea necesario a su propio poder. Una postura que, lógicamente, para Rex Tillerson (hijo de Lee Raimond, antiguo presidente de Exxon Mobil) es inaceptable, pese a que los Rockefeller propiciaran una investigación sobre el cambio climático, a través de la Universidad de Columbia, en la que se vieron implicadas ambas posturas. El resultado fue que, por alguna razón, los científicos de la EXXON coincidieron con los de la Rockefeller, en contra de la opinión de su propio presidente.

Desde nuestro punto de vista, este resultado no deja de ser sorpresivo, y supone una trampa más de la Rockefeller. Una trampa que se manifiesta en el simple hecho de mostrar su excesivo interés en hacer “tragar” a la EXXON MOBIL con su planteamiento acerca del supuesto cambio climático.

De modo que, si después de todos estos detalles, quienes gustan de viajar por el mundo continúan dispuestos a financiar el “cambio climático” a costa de su propio bolsillo y de su propia salud, allá ellos. Como ya hemos dicho en alguna ocasión: la pelota, querido lector, está en su tejado. Nada hay más desolador que ver a un ciego haciendo que ve.

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