Del Mundo y del Infierno

por J.A. "GARAÑEDA"

El 16 de Enero de 2019, en plena pandemia Covid-19, el periódico Alerta Digital, en su sección INTERNACIONAL (REDACCIÓN 9894), y bajo el título “La ONU nos quiere matar: …” publicaba una noticia “escandalizadora”, al menos desde el punto de vista de quienes aún dan muestras de poseer sentido común y respeto hacia la vida humana en general. A este retazo del título se añadía: “… pretende reducir drásticamente la población mundial hasta el cinco por ciento de la actual”.

O. Ledesma, periodista firmante de este artículo, señalaba textualmente: “Toda la orientación y políticas de la ONU caminan hacia la despoblación del planeta”. Una realidad que, según la “Agenda 21” y la propia Karen Christiana Figueres Olsen (antropóloga, analista y economista costarricense, además de destacada política), sería uno de los objetivos principales perseguidos por dicho organismo supranacional, en aras de lograr la aniquilación biológica del 95% de la población mundial. Como Secretaria Ejecutiva de la Comisión Marco de Naciones Unidas para el cambio climático, llegó a declarar que “una de las formas más eficaces para combatirlo sería reducir la población mundial”.

Parte de estos planes –no sé si por suerte o por desgracia– tuvimos la oportunidad de comprobarlos tras atravesar una etapa en la que, tristemente, gran cantidad de personas, en su mayoría ancianas, perdieron la vida a manos de un “experimento” cruel y despiadado, meditado para el mal, que, aparentemente, tenía que ver con un error de laboratorio cometido en un lugar de China llamado Wuhan. Y otros, igualmente desgraciados y perversamente aniquiladores de la vida humana (medidas anticonceptivas, aborto masivo, eutanasia, etc.) son llevados a cabo desde hace décadas bajo la supervisión y el visto bueno de organizaciones tan sospechosas como la OMS, la cual ha demostrado finalmente haberse convertido en una de las estructuras mafiosas donde el mal vino a suplantar descaradamente aquella otra alma inicial para la que fue creada: garantizar el derecho a la salud, en toda su extensión, de los seres humanos.

Otro personaje “lumbrera” es el siniestro Greg Dalton. Integrante de la fundación Climate One, está claro que es igualmente digno de ser encerrado en un manicomio. En una conversación mantenida con la Sra. Figueres, entre otras cosas dijo: “…detener el crecimiento de la población mundial sería la mejor manera de evitar el aumento de gases de efecto invernadero”.

Ella respondió en sentido afirmativo, estimando que la población mundial en 2050 crecería hasta los 9.500 millones de personas.

Él, interrogó entonces: “¿No hay manera de cambiar eso?

A lo que la Figueres aclaró que harían todo lo posible por cambiar esa cifra, debido a la falta de capacidad del planeta para tolerar ese “exceso” poblacional.

Es cierto que, en ningún momento hablaron claramente de “matar” a una gran parte de la población del planeta. Sin embargo, de su conversación se deduce que el objetivo de las políticas de estas estructuras supranacionales y de la mayor parte de los estados “democráticos” del mundo están encaminadas a transformar drásticamente la economía global. Y que lograrlo supone estar dispuestos a practicar una política criminal y asesina en toda regla.

Por otra parte, está igualmente claro que el único modo de lograr este “ambicioso” plan es cambiar los sistemas políticos amparados en formas constitucionalistas, sustituyéndolos por dictaduras rígidas o semirrígidas. De ese modo, como ocurre en países asiáticos como China, gobernar mediante decreto resultaría siempre mucho más fácil, pues ello permite dirigir a los ciudadanos por un “redil” similar al del ganado, sin grandes complicaciones y, sobre todo, bajo la tutela del miedo a las medidas restrictivas o coercitivas que cada Estado considere oportuno aprobar en cada momento. En este sentido, sin ir más lejos, debemos añadir que, desde hace años, las políticas demográficas que se llevan a cabo en España y otros países comunitarios han ido dirigidas a evitar que la población familiar crezca por encima de un determinado porcentaje. Una solución que, en el supuesto que contemplamos, de no ser respetadas por el ciudadano, podría acarrear severas sanciones contra el mismo. O, dicho de otro modo: ¿La población mundial está o no siendo empujada hacia una reducción drástica y totalitaria por las “democracias”?

La respuesta es SÍ. Lo demuestra, por citar algún ejemplo tal como hemos apuntado en el inicio de este artículo, el número incontable de abortos que se practican a diario al amparo de medidas salvajes y fuera de todo orden moral y natural. Así como mediante la aprobación de leyes totalmente irrespetuosas para con la vida y la dignidad humanas, y que, al mismo tiempo, tanto directa como indirectamente, son claramente atentatorias contra la libertad y los derechos individuales de la persona.

En otro orden de cosas pero directamente relacionado con cuanto aquí se cuestiona, encontramos otras formas de lo más diverso para reducir la población mundial. Y todas ellas, por supuesto, promovidas por vesánicos, perturbados, lunáticos, poseídos, etc., aunque con un factor común que les interconexiona: la ambición desmedida, la inescrupulosidad en sus actos, y una amoralidad absoluta. Gracias a esta clase de seres nocivos, provocadores de todo tipo de alienaciones, se nos intenta a diario manipular de todas las maneras posibles. Unas veces a través del miedo; otras del empobrecimiento económico, cultural, moral, religioso… Y, cuando esto no da resultado, por medio de la fuerza. Y es a eso a lo que las mal llamadas democracias tienden, cada día con más audacia y osadía. Para ello, valga otro ejemplo, el de la “contaminación eléctrica”. Algo que muchos no creemos, pero que otros tantos aceptan a pies juntillas por el simple hecho de que la afirmación proviene de una ideología o de un medio de comunicación. (continuará).

1 comentario

Trono de Dios Marana thà 08/05/2023 - 09:07

Estupendo artículo. Enhorabuena! Esperemos que cada vez más la información llegue a los ciudadanos sin filtros para que se puedan valorar las políticas de manipulación a las que nos están sometiendo progresivamente y combatirlas en la medida de nuestras posibilidades.

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