Durante los días 8, 9 y 10 de mayo de 2025 hemos celebrado los 40 años de
hermanamiento entre Hagetmau (Francia) y Tordesillas. Cuatro décadas de amistad,
encuentros, aprendizajes y lazos que se han fortalecido generación tras generación.
He tenido la suerte de participar en esta conmemoración y de compartir momentos muy
especiales entre hagetmautiens y tordesillanos, que ya no se sienten como extraños, sino
como parte de una gran familia.
En esta visita hemos recordado —y también aprendido— muchas cosas importantes.
Aprendimos que los proyectos compartidos no entienden de banderas ni ideologías,
porque lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos separa. Cuando trabajamos
codo con codo, logramos mejoras colectivas que enriquecen a ambas comunidades. La
cooperación entre pueblos, incluso separados por cientos de kilómetros, demuestra que
juntos somos mejores.
Descubrimos que conocer otras culturas no solo nos abre la mente, sino que también nos
ayuda a valorar más lo que tenemos en casa. A veces hace falta mirar desde fuera para
apreciar nuestras costumbres, nuestros paisajes, nuestra historia.
Entendimos que no somos ni más ni menos que nadie, y que el respeto es el primer paso
hacia la concordia. Solo a través del diálogo y la empatía podemos avanzar en paz.
Este encuentro también nos ha recordado que la guerra, la violencia, el terrorismo, el
maltrato y el desprecio son contrarios a la esencia del ser humano. El ser humano no
debe ser “un lobo para el hombre”, sino un puente para otros, un colaborador en lugar de un
adversario.
Otra gran lección ha sido que los proyectos duraderos exigen compromiso,
generosidad y constancia. No basta con las buenas intenciones: hay que estar presentes,
sumar esfuerzos y pensar en el largo plazo.
Finalmente, nos hemos dado cuenta de que los pueblos rurales de Europa compartimos
muchos desafíos: la despoblación, el envejecimiento, la falta de oportunidades para los
jóvenes… Pero también compartimos soluciones, ideas y una enorme capacidad de
colaboración. Aprender unos de otros nos enriquece y nos hace más fuertes.
Gracias, Hagetmau. Gracias, Tordesillas. Que estos primeros 40 años sean solo el
comienzo de una amistad aún más larga, más profunda y más comprometida con el futuro
de nuestros pueblos.
Roberto Abril, concejal del Grupo Municipal Socialista
