Era un sábado por la mañana. Un amigo me telefoneó para preguntarme qué me parecería visitar un belén cerca de Tordesillas. Y sin dudarlo me ofrecí a acompañarle a dónde me dijera, con tal de disfrutar de esa hermosa y nuestra tradición secular, hoy desafortunadamente tan olvidada.
Salimos a las cinco y media de la tarde, con nuestras respectivas esposas; y media hora más tarde nos encontrábamos en Berceruelo, una pequeña pero acogedora localidad rural ubicada en la comarca de los montes Torozos, con una población aproximada de 36 habitantes, y cuyo alcalde reside en la capital de la provincia. Algo que no dejó de llamarnos poderosamente la atención, por aquello de “la España vaciada”, pues quienes debieran habitarla la dejan abandonada de su mano pero sin renunciar a su cargo.


Una vez allí, ya anocheciendo, fuimos recibidos por Antonio e Isabel Machío, su esposa, cuyo apellido es, al parecer, de origen italiano y con una afición maravillosa: los belenes. Amén de otras, como la reproducción en miniatura de obras arquitectónicas famosas. Luego, amablemente, nos abrieron las puertas de su casa, en la que descubrimos, accediendo a una gran nave, un belén de tamaño considerable, en el que abundaban toda clase de figuras y escenas típicas navideñas, así como detalles curiosos de la agricultura rural y sus gentes. Y todo ello sin olvidar un hermoso portal en el que, como no podía ser de otro modo, estaban representados el Recién Nacido, Jesús, con María, José, además de los acostumbrados pastores fuera de él. La gente menuda que nos acompañaba no cejaba en su observación de la hermosa representación, y deambulaban de un lado ara otro intentando no olvidar ninguna de las escenas allí expuestas. Y así hasta que llegó la hora de abandonar el lugar. Momento en el que hasta fuimos agasajados con una bandeja de bombones que el amable matrimonio había dispuesto para todos nosotros.

Fue una tarde agradable, llena de sabor navideño y espíritu solidario cristiano que no podremos olvidar. Hasta tal punto que, deseosos de que nuestras más sagradas tradiciones perduren en el tiempo, animamos desde estas humildes páginas a que todos aquellos que sientan en su interior esta inquietud la exterioricen sin miedo a la crítica melindrosa de quienes no quieren comprender los grandes misterios de la vida. Igualmente, felicitamos al matrimonio Isabel-Antonio, de Berceruelo, por haber tenido una iniciativa tan desinteresada como enriquecedora, en unos momentos tan especiales como son los
días de Adviento. Y deseamos que puedan continuar dando ejemplo con su actitud durante muchos años.
También animamos a todos aquellos que deseen disfrutar de una visita indispensable en estas fechas, a visitar sólos o acompañados de sus familiares, esta pequeña pero amigable y acogedora localidad vallisoletana. No quedarán defraudados.
Gracias, amigos, FELIZ NAVIDAD.




