Hace poco me mandaron un video con un mensaje que decía: Siempre hay tiempo para, cambiar, para ser diferentes, para empezar de nuevo y ser mucho mejores.
Pensé que nos venía muy bien a todos por el tema que voy a tratar que sea la Santa Misa. Para los que vayan habitualmente como también es mi caso, para vivirla mejor. Y los que no tengan costumbre de ir, para cambiar y ser diferente.
Intentaré dar alguna pequeña explicación de las partes más importantes, porque cuando se entiende mejor una cosa en la que participas pones más atención. Me centrare en la Misa de los Domingos. En ésta se dice el Gloria, el Credo en el que vamos recitando todas las verdades que debemos creer. Y se hacen dos lecturas, una del Antiguo Testamento, y otra del Nuevo, que suele ser una Epístola de San Pablo o de algún Apóstol, y a continuación el Evangelio, que es lo que Jesús nos fue diciendo a lo largo de su vida. Nos conviene estar muy atentas porque a través de las lecturas Dios nos habla a cada uno sugiriéndonos la idea de mejorar en algún detalle de nuestra vida que es muy rica en acontecimientos.
Nada más empezar la Misa rezamos el yo pecador y decimos estas palabras: “Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”, es decir por el bien que deberíamos haber hecho y no lo hicimos.
El Ofertorio es cuando el sacerdote ofrece a Dios el pan y el vino que después se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Nosotros podemos ofrecer a Dios nuestros quehaceres del día, preocupaciones, alegrías, proyectos….
La Consagración es el momento más importante, el sacerdote presta su voz a Jesucristo y dice las mismas palabras que Jesús pronunció en la última Cena, y por el milagro que se llama Transustanciación el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo.
El Padrenuestro es la oración que Jesús nos enseñó. Llamamos a Dios Padre nuestro y lo es de verdad, y eso nos llena de consuelo y de esperanza, que perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
La Comunión, si estamos bien preparadas y hemos guardado el ayuno de una hora. Podemos repetir mientras estamos en la cola la oración del centurión: “Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastara para sanarme.”
La Misa es el acontecimiento más importante que sucede cada día en el mundo.
El santo cura de Ars San Juan Mª Viannei decía: “Sí conociéramos el valor de la Misa nos moriríamos de alegría.”
El ir a Misa no lo tenemos que ver como una obligación o imposición. Es el deseo por nuestra parte de agradecer a Dios todo lo que nos da. En la oración del Prefacio que se dice en todas las misas rezamos: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar Señor Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.”
“Una sola Misa da más gloria a Dios que todas las buenas obras que los hombres puedan hacer hasta el final de los siglos”, esta cita creo que es de Santo Tomas de Aquino.
Algunos pueden pensar que para rezarle a Dios no hace falta ir a la Iglesia por que El está en todas partes. Cuento una anécdota de un gitanillo. En la Catequesis le preguntaron que donde estaba Dios y contesto: “Dios está en todas partes, pero donde más para es en la Iglesia.”
El mes pasado visité una exposición de Balenciaga que había en Valladolid en las Francesas. Tenía trajes para cada ocasión. Pienso que a Misa debemos ir con el traje adecuado y lo mejor arregladas que podamos. No es un traje adecuado para esa ocasión ir con chándal. Y el Señor nos lo agradece, aunque nosotros no lo veamos físicamente solo por la fe, El sí que nos ve y nos sonríe por el esfuerzo que hemos puesto por dejar lo que teníamos entre manos y llegar puntuales y bien arregladas.
HUMOR: El director de un hotel le dice a un cliente: Usted no se va de aquí hasta que no page la cuenta. Muy bien, entonces dígame ¿Qué tal es el clima aquí en inverno?
Un toro salta una valla para conocer a una vaca: ¿Cómo te llamas? Flor de primavera, pero llámame Flor, y tu ¿Cómo te llamas? Pepito, pero llámame Pe, porque el “pito” me lo dejé en la valla.