A continuación os enumero una serie de pautas que, como padres y/o educadores, deberíamos tener en cuenta a la hora de criar a un verdadero monstruo, un ´futuro delincuente´ como diría el juez de menores Emilio Calatayud.

- Desde muy pequeño no debemos negar nada al retoño, sino darle TODO lo que pida en TODO momento. ¡Ningún trauma a tan temprana edad, por Dios!
- Es importante evitar la corrección ante cualquier comportamiento negativo, bien sea charla o castigo. ¡Cómo vamos a contradecirle permitiendo que nuestro pequeño grite y/o llore rompiendo su alma en pedazos! ¡Pobrecito!
- Si tenemos en cuenta sus rutinas diarias, como es el caso de la alimentación, éstas se basarán en sus preferencias y gustos. ¡Cómo obligarle a comer unas lentejas con lo deliciosas que son unas patatas fritas de bolsa!
- Si hablamos de derechos y deberes, deberes, ninguno, derechos, todos, y entre ellos jugar en cualquier momento del día y de la semana a juegos, videoconsolas, etc. ¡Cuanto más violentos, mejor!
- En relación a las tareas del colegio, la criatura no tiene ningún tipo de responsabilidades más que jugar y divertirse. ¡Qué es eso de perder el tiempo haciendo ejercicios como leer y escribir! Eso sí, si los hace, que los haga solo, sin molestarnos.
- Debemos procurar interferir siempre que se pueda en su vida personal y social. Eso incluye leer su correspondencia o resolver los posibles conflictos que tenga con sus iguales para, de esta manera, evitar cualquier tipo de desilusión que le afecte emocionalmente. ¡Con lo mala que es la gente!
- Dedicar un tiempo diario a hablar con él o ella es una pérdida de tiempo. Ya irán aprendiendo todo por sí solos o a través de los medios de comunicación y/o redes sociales. ¡Después de un duro día de trabajo, nuestro tiempo de ocio en casa es sagrado!
- Ponerse en contra de las personas que tratan de educar al niño si eso beneficia a sus pueriles intereses es una opción de lo más razonable. Raras veces el niño malinterpreta lo que ocurre a su alrededor, y casi siempre estas situaciones de acoso y agravio son debidas a una actuación inaceptable por parte de los otros (profesor, entrenador, etc.).
- Nada de educarles espiritualmente. Valores como la igualdad, el respeto, la tolerancia o la solidaridad no tienen cabida en un ´mundo vampírico´ donde la competitividad, el éxito o la fama rigen su dinámica diaria.
- Por último, tener la suerte de que en el código genético del vástago existan genes proclives a la enajenación mental y a la violencia.
Si se siguen al pie de la letra estas indicaciones… ¡seguro que lo habremos conseguido!