La mayor necedad, la mayor traición, la mayor injusticia cometida en el mundo (dado que en aquel tiempo aún no existía la masonería) fue la de nuestro Señor, Jesucristo. Pero, para ubicar la cuestión en un lugar más directamente relacionado con nuestra vida diaria, nos referiremos a la de Isaac Peral, inventor del submarino.

Muchas son las noticias que nos llegan acerca de quién fue verdaderamente el inventor de este ingenio. Sin embargo y pese a que, en 1602, un tal Cornelius Drebbel, holandés por más señas, pusiera a prueba un artilugio sumergible, de madera, parecido a un tonel y movido a remos; a que en 1775, durante la guerra de Independencia americana, David Bushnell diseñara otro pintoresco artefacto submarino que se desplazaba mediante una hélice movida por medio de una manivela; e incluso a la leyenda que cuenta que el mismísimo Alejandro Magno, realizara un viaje bajo las aguas a bordo de un barril de cristal, lo único cierto y verdaderamente fascinante, desde un punto de vista científico, es que el submarino como tal sólo cabe ser atribuido a nuestro compatriota Isaac Peral. La genialidad imaginativa del marino español es tal que despierta admiración, pero también envidias e intrigas de auténtico espionaje.


Nacido en Cartagena, Peral fue, a finales del s. XIX, el inventor del primer submarino plenamente operativo del mundo. De propulsión eléctrica, incorporaba aparato de puntería, aguja compensada, giroscopio, lanzatorpedos de tres disparos, periscopio, un sofisticado medidor de profundidad que permitía navegar sumergido en altamar con destino, rumbo y cota predefinidos, y un servomotor para mantener la estabilidad, incluso tras el lanzamiento de los torpedos. El invento suponía en definitiva un arma de guerra eficaz y excepcional, capaz de atacar, sin ser visto, a cualquier buque, tanto de día como de noche. No obstante, a pesar de su excepcionalidad, “oscuros intereses”, como lo describen algunas fuentes, motivarían que se desatase no sólo una campaña de desprestigio sobre su persona, sino que el invento fuese desechado por las autoridades españolas. Con tan sólo leerlo, cualquier español que se precie descubrirá la naturaleza ladina que se escondió tras el comportamiento de quienes, en aquellos momentos, poseían capacidad de decidir, así como quiénes se escondían verdadera y realmente tras aquellos “oscuros intereses”.


Otras fuentes revelan, sin ningún género de duda, quién fue el artífice de toda aquella campaña de ataque y descrédito contra el trabajo de Peral. Un tal Basil Zaharoff tras tener conocimiento del invento, en una visita de Peral a Londres, trató infructuosamente de conectar con él, al rehusar su propuesta para asociarse y compartir la patente en varias ocasiones. Lo cual supondría para Isaac su propia “sentencia de muerte”, sin saberlo.

Empleado a fondo Zaharoff contra el español, viajó a España en repetidas ocasiones, entre los años 1886 y 1890, empleando ardides que, posteriormente, acabarían conociéndose como “sistema Zaharoff”, consistente en boicotear su invento y corromper a políticos. Hasta cuatro actos de sabotaje sufrió Peral durante las pruebas de presentación del submarino. Pero, increíblemente, de todos ellos salió airoso. No obstante, Zaharoff persistió en su propósito, obteniendo “inexplicablemente” el fallo negativo del gobierno español contra el invento de Peral. Un ingenio que, sin duda, habría cambiado el rumbo de la historia de nuestro país en las décadas posteriores. El corrupto y traidor gobierno español de aquellos momentos desarmó a su propia nación de cara al futuro conflicto bélico que se perfilaba en el horizonte: la guerra entre españoles y americanos de 1898, que daría lugar al llamado “Desastre del 98”.

Pero, ¿quién era en realidad el tal Zaharoff para lograr que las autoridades españolas fuesen contrarias a los intereses patrios? La respuesta únicamente podemos hallarla entre las élites subversivas del momento y que, durante siglos, torcieron los designios de tantos pueblos: masones, judíos, y oligarquías bancarias. En Gran Bretaña, Zaharoff era uno de los cabecillas de dicho movimiento, siendo conocido como “el mercader de la muerte”. Era, además, uno de los hombres más ricos del país. Es decir, lo más parecido a lo que actualmente conocemos como un “George Soros”.

Probado quedaría que Zaharoff descendía de una familia judía de Odesa llamada Sahar (inmigrante ruso que vivía en Birminghan), con certificado rabínico incluido revelado por el escritor francés Jacques Bonzon.
El propio Silvain Fabi, editor jefe del periódico monegasco “Tout va”, escribiría sobre él a propósito de su intento de aquel país: “Un meticulista de las finanzas internacionales. Un buitre nacido en Bulgaria y de nombre Zacharie Zacharias, judío obviamente. Un gran tiburón con detestable fama de insaciable”.
En España, la infanta Eulalia de Borbón (hija menor de la reina Isabel II), lo calificó como “una manifestación de las siniestras fuerzas ocultas” que dominaban Europa.
Roger Mennevee, periodista francés, le consideraba “parte de la oligarquía internacional”.
Y, Anton Sandor La Vey, fundador de la iglesia de Satán, lo elogiaba, diciendo de él que era “la encarnación de la virtud satánica”.
Hasta aquí, la adscripción de Zaharoff a la masonería y al judaísmo. Si bien tampoco es ajeno a la tercera fuerza oscura, la oligarquía bancaria. Fue director y presidente de las empresas “Vikers”, y miembro de la junta directiva de “Le Nickel”, ambas financiadas por la banca ROTHSCHILD. Estaba relacionado con todos los monopolios de venta de armas. Lo que demuestra que Basil Zaharoff no era un cualquiera, su poder “diabólico” se hallaba vinculado a todas las ramas subversivas posibles.

O sea que, la próxima vez que tus hijos te pregunten: “Papá, ¿por qué España no quiso el primer submarino del mundo, que además inventó un español?”, ni se te ocurra responder insulsa y manidamente: “porque los españoles, a veces, somos tontos”. Mejor cuéntale que el Gran Maestre de la masonería española, Miguel Morayta, se apropió ilegalmente de la memoria del inventor. Cuéntale, que el tal Morayta era amigo de Emilio Castelar, enemigo acérrimo de Peral, político traidor y golpista, además de masón. Y también cuéntale que, el propio Ministro de marina de aquel momento, José María Beranguer, igualmente masón, fue quien adoptó la decisión de abandonar el proyecto de Peral, en lugar de defenderlo para crear el arma más poderosa del mundo.
En honor a la verdad, deberías aclararle a tu hijo que. Lo ocurrido a Isaac Peral y su invento contiene cualquier cosa menos “estupidez española”, y sí corrupción, judaísmo y oligarquía financiera. Algo muy parecido, por no decir lo mismo que lo que hoy está ocurriendo en España y en todo el mundo: que los traidores, lo oligarcas financieros y los masones se alimentan de la necedad humana.