LOS TRAMPOSOS

por J.A. "GARAÑEDA"

De los 59 eurodiputados españoles que forman parte del Parlamento europeo, 13 pertenecen al PP. Un partido que, en términos de la propia Cámara europea, está considerado como “demócrata y cristiano”.

Nombres como José Manuel García Margallo, Esteban González Pons, Gabriel Mato, Antonio López Isturiz, Dolors Monserrat, y otros forman parte de ese conglomerado llamado Partido Popular que, en Europa, decide lo que, presumiblemente, desean o gustan todos aquellos españoles que un día los eligieron para ser representados en la Eurocámara. Sin embargo, las decisiones que a veces se toman en aquel lugar no siempre son acordes a los sentimientos de su electorado. Sin ir más lejos, el 31 de enero, PSOE y PP votaron en el Parlamento Europeo a favor de la vacunación obligatoria. Una medida claramente discriminatoria y antidemocrática que, como en tantas otras ocasiones, no nos extrañó nada que fuese avalada por un partido de izquierdas, liderado por un extraviado mental, pero sí por un partido que muchos consideran (y otros consideramos durante mucho tiempo) como un grupo en quien se podía confiar. Desgraciadamente, a estas alturas ya no podemos pensar lo mismo. El Partido Popular, con su “Fernando VII” al frente, ha alzado la mano (como en ocasiones anteriores) en contra de lo que debiera ser auténticamente democrático, libre y de derecho. Y, sobre todo, en contra del espíritu constitucional que defiende nuestra Carta Magna, como hemos dicho tantas veces. ¿Llegará el día en que recapacite y diga también aquello de: “Marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda constitucional”?

Es cierto que en otros lugares como Austria (¿quién lo diría?, la Alemania históricamente auténtica), se han cometido igualmente este tipo de aberraciones. Y no hace tanto tiempo, por cierto. Pero que un partido que presuma de ser demócrata, liberal, cristiano, defensor de los principios constitucionales más básicos del ser humano, como son los derechos y libertades, obre de modo tan infame, y se ponga a la altura de los tiranicidas más indeseables que ha conocido la historia de la humanidad, no tiene calificativo. Ya venía siendo demasiado común que el PP mostrara un comportamiento complaciente con las posturas y ciertos postulados del partido de gobierno. Y por ello muchos españoles han abandonado las filas de lo que fue, en otro tiempo, honra de la política parlamentaria española. Pero llegar a esto, a renegar de modo tan abierto, vergonzante e incalificable de aquellos valores de los que surgió, y que fueron precisamente los que sostuvieron durante tantas décadas las virtudes de la nación española… De verdad, es para mandarlos a tomar por el culo. Por muy grosero que resulte apuntarlo en estas líneas.

Si la libertad y los derechos tienen todavía algún valor es, simplemente, porque todavía poseemos una Constitución en la que están escritos y nadie la ha tirado a la basura. Aunque tampoco han faltado intentos de llevarlo a cabo, ni ganas de pisotearla. Durante esta y otras legislaturas, ha habido presidentes que han dado muestras evidentes de querer llevar a cabo ese deseo con ansias inusitadas. Pero es en estos momentos, en los que debiera haber más cordura entre quienes dirigen los destinos de nuestra patria, cuando precisamente debiera haber alguien con fuerza suficiente, tanto en el parlamento español y europeo, que plantara cara a esta casta de desgraciados y de pillos, que no piensan sino en llevárselo crudo y en hacer trampas cada día y a cada momento para continuar disfrutando de las prebendas que les brinda el poder. En cambio, son nuestros propios representantes legítimamente elegidos los que nos clavan un puñal en la espalda.

Los españoles no nos merecemos una carroña política como la que nos gobierna. Pero, mientras las mentes todavía honradas no muestren el valor suficiente para plantar cara a toda esta mugrienta gentuza, que nos esclaviza cada día con medidas antidemocráticas y salvajes; mientras aquellos que no están de acuerdo con cuanto sucede a su alrededor permanezcan callados; mientras sigamos pensando en que las cosas pueden arreglarse por sí mismas y pacíficamente, o poniendo la otra mejilla; mientras confiemos en la “buena fe” de los que mandan; mientras no hagamos un esfuerzo por abrir los ojos y ver la podredumbre que corroe todos los entresijos de nuestro país, medrando a costa de nuestras buenas intenciones; mientras sigamos en la creencia de que no pasa nada, las manzanas sanas del saco continuarán pudriéndose, cada vez más deprisa,  hasta convertirse todas en estiércol. Y ya se sabe qué clase de vida existe en medio del estiércol. ¿Es eso lo que queremos?

Los tramposos continúan ahí. Se aprovechan de nosotros. Nos hacen la vida imposible. Nos pisotean. Nos agreden y nos roban la vida. Violan nuestros derechos y nos impiden que seamos auténticamente libres. ¿Vamos a ejercer de putas y encima pondremos la cama? Con todos mis respetos para las putas.

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