Está de actualidad en estos días la opinión de la ministra de “Igual da”, la señora Montero, respecto de la libertad sexual de los niños/as. Hecho este que está levantando ampollas en gran parte de la sociedad española. Aunque no parece que sea suficiente para que, la ministra nombrada “a dedo”, considere siquiera la dimisión de su regalía. Y es que, por mucho que algunos se empeñen, resulta inútil obviar el conservadurismo de los españoles, una realidad que demuestra que, a la hora de la verdad, no somos tan progres.

Es cierto que en los procesos electorales siempre hay sorpresas en este sentido. Uno no llega a explicarse cómo existen aún personas que deciden apostar por la permanente degeneración del derecho natural, de los valores elementales de toda sociedad, y de las formas de vida más pacíficas y consensuadas. De modo que, tal vez por esa idea errónea que tiene la Montero, de que los degenerados representan la mayoría, se considera capacitada para decidir y cometer actos tan aberrantes como el del consentimiento sexual entre menores. Hecho este que hace que pueda considerársela como una criatura difícilmente encasillable, dentro del contexto científico, humano y del pensamiento. Más que nada porque sus ideas se hallan más próximas a las de aquellos driupitecus que existieron en el Mioceno y que, pese a la opinión de algunos, no parecen haberse extinguido en su totalidad. Sin duda, su formación alternativa no ha dado para más. Aunque no es poco. Y para muestra, a pesar de su titulación en psicología, basta el botón de aquel intento inclusivo de educación con niños con y sin discapacidad educativa, el cual, por cierto, resultaría un auténtico fracaso.

Todo ello, sin intentar profundizar siquiera en los fundamentos penales que supone la brutalidad de poner al alcance de la mano de los inocentes ese delicado y escabroso concepto como es el de la libertad sexual. Algo que, en vías del sentido común más absoluto, debería ser entendido por cualquier persona normal y al menos inicialmente, como un hecho de mala fe, encaminado a pervertir y corromper las conciencias de esos niños y niñas que, lejos de pensar en cosa semejante, están destinados a ser la más pura esencia de nuestro futuro como país. Pero claro, a su majadera persona no parece darle su psique para nada menos asqueroso que no sea ponerse a la altura de la más inmunda de las formas del pensamiento. Eso sólo se le ocurre a alguien como usted, que goza con pervertir a nuestros hijos, para que el día de mañana se conviertan en nuevos “pasionarios” y “pasionarias”. ¡Más le valiera atarse una rueda de molino al cuello y arrojarse al mar! (J.C. hace 2022 años).

Señora Montero, ya que no dimite, por favor, envíe a sus hijos a estudiar a uno de esos colegios laicos concertados, como en el que usted estudió. Tal vez allí aprendan debidamente todas esas guarrerías que, tan indignamente, pretende que aprendan los hijos de los demás, esos que se muelen la espalda para que España no se hunda, al tiempo que seres indeseables, como usted, pululan por el mundo impunemente, haciendo todo el daño que pueden.

1 comentario
J.Antonio: Te doy la enhorabuena por tu articulo. Aunque pienses que predicar de esa forma no tiene porvenir, nada más lejos de la realidad. No hay que desesperar, porque siempre hay suelo fértil donde la buena simiente puede arraigar. Tú, por tu forma de ser, tienes que ser el clavo ardiendo al que nos agarramos algunos.
En la perseverancia tendrás la recompensa.