Aunque muchos siguen sin enterarse, dos años después del suceso de Wuhan, en China, seguimos inmersos en la endemoniada idea globalista.
Los estados democráticos del mundo han sido atacados por activa y pasiva, intentando desmantelar el orden y valores sobre los que se asientan. Lo hemos comprobado en España, donde todo está saliendo rematadamente mal y el desmoronamiento de cuanto tenía verdadero valor está teniendo lugar a nuestro alrededor. No obstante, a pesar de que no son pocos los que han sucumbido a esta idea perversa de destrucción de las ideas y valores que dan sentido a la vida del hombre en sociedad, no parece ser suficiente para quienes intentan manejar los hilos del mundo.
Ahora, tras el abominable desastre que nos han acarreado con el COVID y sus sucedáneos, no satisfechos con el resultado, intentan someternos un poco más hundiendo nuestras economías domésticas, a través de aumentos de precios en los productos de consumo más básicos, y en otros de los que somos necesariamente dependientes. El resultado, concentraciones y manifestaciones masivas en países como Canadá, Finlandia, Estados Unidos, Francia, Austria, etc. Y también en España, aunque tímidamente. Los atentados contra la libertad y los derechos de las personas están siendo alimentados por todos aquellos políticos que gobiernan en la mayor parte de Europa, y siempre con el apoyo de otros grupos de la misma calaña que, en honor a la hijoputez que mueve sus podridas conciencias, dan pábulo a cualesquiera decisiones que supongan una “vuelta de tuerca” más sobre el ciudadano. Aquellos que se muestran rebeldes o no aceptan las reglas del juego corren el riesgo de quedarse fuera de la prosperidad a la que tienen derecho por naturaleza. O, en el peor de los casos, son amenazados directamente con sufrir terribles consecuencias si no se avienen a los dictados de Bruselas, que es, según todo indica, la que “corta el bacalao”. Allí, en el seno mismo de un Parlamento lleno de indeseables (salvo raras excepciones con voces críticas a las que no hacen ni puñetero caso), se discuten los acuerdos y se llevan a cabo los tejemanejes de cuanto hay que hacer y deshacer para destruir a los que no agachen la cerviz a su paso. Y así, poco a poco, imponiendo a todos normas inaceptables y tiránicas, continúan machacando una y otra vez el tejido social y económico del mundo, bajo la sola idea de que todos se sometan a unos dictados únicos, que únicamente servirán para instalar esa mierda de “nuevo orden mundial” que, según ellos, va a suponer un estado de bienestar ideal para la humanidad.
No es broma, querido lector. Tampoco es un invento de los “negacionistas”. Es, simplemente, lo que está ocurriendo en realidad. Y si no, entérense de lo que está pasando con Polonia y Hungría, países ambos pertenecientes a la C.E. Las noticias más recientes son estas: LOS SERVICIOS ON LINE DE BANCOS CANADIENSES DEJAN DE FUNCIONAR TRAS LA APROBACIÓN DE LA “LEY MARCIAL” – GIRO DICTARORIAL DE TRUDEAU CONTRA EL “CONVOY DE LA LIBERTAD” EN CANADÁ – BRUSELAS DECLARA A POLONIA Y HUMGRÍA EUROPEOS DE SEGUNDA – EL SECTOR AGRARIO MURCIANO SE MOVILIZA: “NOS ESTÁN AHOGANDO” – LOS CIUDADANOS DENUNCIAN QUE EL AUMENTO DE LA DELINCUENCIA EN EE.UU. SE DEBE A LAS “POLÍTICAS SUAVES CON EL CRIMEN”. Y así sucesivamente.
Todo esto no es producto de la casualidad. La agenda 2030 es un hecho. Y quienes se resistan a obedecer las normas coactivas o tiránicas del sistema, integrado por todos los que componen ese tándem político de advenedizos que no respeta nada que no sean ellos mismos, estaremos jodidos. Ellos piensan que lo conseguirán. De hecho, ya lo están consiguiendo. Y eso me decepciona enormemente, porque me gustaría que no fuese así y que la vida continuase fluyendo de la misma manera que antes. No sé si a ustedes les pasará lo mismo. Si no es así, lo lamentaría. Y sólo me quedaría formularles esta pregunta: ¿Creen ustedes que habrá reacción y respuesta plural por parte del mundo libre? Yo, particularmente, tengo mis dudas al respecto. Pero, aun así, ¡ojalá despertemos una mañana y ese sueño se haya hecho realidad? ¿No les parece?
