No hay que rasgarse la vestiduras porque tras la noche de Motauros, hayan aparecido señales de tráfico en el suelo y algún que otro desperfecto más en el mobiliario urbano.
Sucede en todos los lugares y cada vez son más frecuentes estos actos vandálicos. Lo cierto de todo esto es que no podemos, la gente de bien, poner un guardia o policía detrás de cada individuo bien nacido, pero acomplejado, gamberro y cobarde. De ahí que ahora se recurra a las cámaras de vigilancia (cada vez más frecuentes) en las ciudades.

Si en Tordesillas hubiesen estado instaladas y funcionando….mejor que no haya sido así, porque a lo mejor nos hubiésemos llevado alguna que otra sorpresa; y es que en este asunto de las motos al igual que en el Toro Vega, el enemigo también está en casa.
De cualquier manera: de qué nos lamentamos, si todo esto tiene una relación directa con la manoseada LEY DE SEGURIDAD CIUDADANA, que ha dejado a los guardianes de la paz descolocados y casi en pelotas. Queremos protección, paz, libertad y muchas cosas más, incluso el «amor libre» y además no creemos en la existencia de los ángeles custodios. Un poco de coherencia y a partir de ahí pidamos responsabilidades a quién ostente la dirección. Hay que ser coherentes y no querer nadar y guardar la ropa.
En fin, que uno está indignado como el que más por estos hechos lamentables, pero ello no justifica cargar contra organizadores, hosteleros, Ayuntamiento, policías, etc. etc. porque solo se contribuye a dar más alas y crédito a los que están en contra de todo lo que no les gusta.
Yo particularmente, los días de Motauros me quedo en casa, porque no me entusiasma esa forma de divertirme y el follón que se monta; pero respeto a los aficionados y viva su mundo y que sean felices. Desde aquí mi felicitación y reconocimiento a todos los que hacen posible este evento, desde organizadores, voluntarios, fuerzas del orden y también, porque no, a las administraciones que los autorizan y los soportan.